"...Los indocumentados son invisibles para las estadísticas oficiales, ellos no podrán acceder a una educación plena ya que cursarán la escuela, sin la posibilidad de obtener el certificado final de estudios, por lo cual no podrán acceder al secundario. Tampoco pueden recibir las becas de estudio, etc... "
Autor: Jorge Álvarez
En nuestro país cerca de medio millón de personas no fueron anotadas al nacer y por ende carecen de una partida de nacimiento y un DNI. Son indocumentados.
La posesión de un DNI que certifica la identidad de una persona es un derecho, al que se accede luego de un trámite en las oficinas del Registro Nacional de Personas existentes en cada localidad del País.
Esta certificación de identidad ha de permitirle a cada individuo ser reconocido por el Estado y adquirir una identidad que lo ha de acompañar a lo largo de su vida.
Los indocumentados son invisibles para las estadísticas oficiales, ellos no podrán acceder a una educación plena ya que cursarán la escuela, sin la posibilidad de obtener el certificado final de estudios, por lo cual no podrán acceder al secundario. Tampoco pueden recibir las becas de estudio, etc.
Para los indocumentados entrados en la juventud, el acceso al empleo solo puede darse en trabajos mal remunerados sin cobertura social de ningún tipo, nunca podrían hacerlo en blanco.
Tampoco podrán votar ni ser votados o acceder al crédito, no solo bancario, sino el de las casas de electrodomésticos u otro tipo de comercios. Su vida esta condenada a la informalidad y la precariedad.
Cuando una persona nace sus padres tienen hasta 40 días para anotarlo, pasado ese tiempo la inscripción está fuera del plazo legal y allí comienza el peregrinar de los indocumentados.
Ahora bien ¿porque existen los indocumentados? Se trata de un problema estructural que no tiene una sola explicación, pero si el denominador común de la pobreza y la marginalidad. Los indocumentados son los hijos de la expulsión del mercado laboral de millones de argentinos en los últimos treinta años.
Ante esta situación el Estado ha brindado diversos incentivos para alentar la inscripción de los niños indocumentados, incluso se promulgo el decreto 90/09, que elevo a los 12 años la edad para la inscripción fuera de termino en el Registro Civil con la presencia de dos testigos que acrediten la identidad del menor, este Decreto tiene plazo de dos años corridos. Aún así, las cifras de indocumentados no disminuyen.
¿El motivo? Faltan políticas públicas que tomen la iniciativa de inscribir a los niños indocumentados, en particular en los Municipios, que aprovechen la legislación Nacional al respecto y puedan garantizarle a los niños indocumentados acceder a su identidad. No es tan complejo realizarlo, bastaría con realizar primero un relevamiento en las escuelas para luego organizar junto a sus Padres los requisitos para presentarlos en los Registros Civiles correspondientes. Similares acciones pueden llevarse a cabo con las Madres que buscan inscribir a sus hijos en el acceso al Ingreso Universal.
Las organizaciones sociales pueden contribuir y mucho, capacitando a sus miembros sobre como actuar en estos casos, en particular con los niños mayores de 12 años que aún deben iniciar un juicio de inscripción en la justicia. Pero ese es otro cantar.
Por lo pronto debemos hacernos cargo que los indocumentados son la gran deuda social que corroe el piso mínimo de dignidad que una sociedad puede tolerar. Podemos hacer mucho.
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